«El término ‘sostenibilidad’ está agotado»
En un momento de urgencia ecológica, la arquitectura no puede limitarse a levantar estructuras eficientes. Roi Salgueiro y Manuel Bouzas defienden una práctica que reequilibra el vínculo entre construcción, territorio y comunidad. Su propuesta ‘Internalities’ busca superar el discurso convencional de la sostenibilidad para plantear una propuesta transformadora. A menudo, la arquitectura se enfrenta a sus propios límites: construimos para resolver problemas, pero a veces generamos otros. En ese contexto, proponéis el término «internalidad», una palabra inventada que parece proponer otra forma de mirar todo esto. ¿Qué significa exactamente Internalities y qué mirada propone sobre la responsabilidad de la arquitectura […] La entrada «El término ‘sostenibilidad’ está agotado» se publicó primero en Ethic.

En un momento de urgencia ecológica, la arquitectura no puede limitarse a levantar estructuras eficientes. Roi Salgueiro y Manuel Bouzas defienden una práctica que reequilibra el vínculo entre construcción, territorio y comunidad. Su propuesta ‘Internalities’ busca superar el discurso convencional de la sostenibilidad para plantear una propuesta transformadora.
A menudo, la arquitectura se enfrenta a sus propios límites: construimos para resolver problemas, pero a veces generamos otros. En ese contexto, proponéis el término «internalidad», una palabra inventada que parece proponer otra forma de mirar todo esto. ¿Qué significa exactamente Internalities y qué mirada propone sobre la responsabilidad de la arquitectura en el mundo que nos rodea?
Internality, o «internalidad», es un término que hemos acuñado para conceptualizar cómo avanzar hacia una completa descarbonización del sector de la construcción. Pensamos que es importante cuestionar los modos dominantes de construir no solo porque emiten gases de efecto invernadero, sino porque ocasionan múltiples externalidades sociales y ambientales negativas. Entre estas externalidades están, por ejemplo, los procesos abusivos de extracción de material, la falta de consideración a los sistemas energéticos renovables y a su implantación en el territorio, o la acumulación de residuos. Nuestro argumento es que una auténtica descarbonización pasa por mitigar o eliminar estas externalidades y construir, en cambio, «internalidades».
Para producir internalidades es necesario equilibrar arquitectura y territorio. Para ello, los arquitectos tenemos que tomar consciencia de que, cada vez que construimos un edificio, estamos construyendo también los paisajes de los cuales provienen sus materiales, fuentes de energía, etcétera. A través de la idea de internalidad, llamamos la atención a que nuestra responsabilidad profesional es, por lo tanto, atender siempre a ambas escalas, vinculando las ecologías de un determinado territorio con sus economías de construcción. Requiere entender cuáles son los recursos materiales con los cuales podemos trabajar en un determinado contexto, y priorizar el empleo de recursos regenerativos y bajo emisivos.
«Los montes comunales constituyen un referente del vínculo entre ecología y economía»
El pabellón ha sido construido con madera de montes comunales gallegos. ¿Qué creéis que nos enseña este modelo rural sobre sostenibilidad y cooperación?
Los montes comunales gallegos son uno de los pocos casos que se mantienen en Europa de gestión colectiva del territorio. Son espacios que sobrevivieron a los procesos de enclosure que dieron lugar al origen del capitalismo, así como a los intentos de eliminarlos que se produjeron en España durante la dictadura. Como gallegos, nos parecía importante incorporar estos espacios a Internalities, dado que constituyen un modelo sobre cómo se pueden involucrar colectivos locales en la gestión de lo común. Los montes comunales constituyen un referente del vínculo entre ecología y economía.
Hay por supuesto distintos modelos de gestión de estos montes. En los mejores casos, están permitiendo que los núcleos de población rurales contribuyan a producir un paisaje más complejo y justo, ecológica y económicamente. Por ejemplo, vemos iniciativas orientadas a la diversificación de especies vegetales y forestales, así como a la ampliación del tejido productivo ligado a estas. Igualmente, las comunidades de montes han promovido también proyectos de comunidades energéticas orientados a descentralizar y autogestionar la energía, vinculando producción y consumo.
Muchos discursos sobre sostenibilidad en arquitectura parecen quedarse en la superficie: materiales verdes, certificados, etiquetas. Vosotros insistís en la importancia de ser coherentes desde el origen del recurso hasta su puesta en obra. ¿Cómo pensáis que se puede evitar que la sostenibilidad se convierta en una simple estrategia de marketing?
Los certificados y etiquetas son importantes, pero al mismo tiempo se limitan a registrar unas métricas energéticas que con frecuencia están completamente descontextualizadas del análisis de los orígenes ambientales y sociales de los materiales que usamos. Son documentos que no cuestionan las externalidades de la construcción. En el peor de los casos, estas métricas se ciñen únicamente a controlar el consumo energético operativo durante la vida útil de un edificio, sin considerar ni la energía embebida en la construcción ni el fin de vida de los edificios. Por ello, los certificados pueden producir una falsa imagen de sostenibilidad. Apoyan soluciones solo parcialmente efectivas para avanzar en los objetivos de descarbonización que nuestra sociedad tiene que alcanzar si queremos evitar una gran crisis climática y ecológica.
En la exposición hay una sala centrada en el control de emisiones que propone cómo ir más allá de la confianza acrítica en los certificados energéticos. Los dos arquitectos encargados de la investigación e instalación de esta sala, Carles Oliver y David Mayol, muestran que para conseguir una descarbonización real necesitamos analizar con rigor los contextos específicos donde construimos. Las soluciones nunca son completamente universales, sino que requieren relacionar recursos materiales con climas locales. Para evitar que la sostenibilidad sea solo greenwashing se necesita alcanzar objetivos específicos de descarbonización y gestión material en cuatro apartados: energía usada en la construcción, energía operativa en la vida útil del edificio, producción de residuos, y consumo de agua. Si queremos cumplir con los objetivos de descarbonización marcados en los acuerdos de París, toda la obra nueva o rehabilitación que hagamos tienen que conseguir reducciones del 50% en estos capítulos respecto a los niveles actuales. Conseguir estos objetivos requiere un compromiso normativo y ejecutivo por parte de las administraciones.
«Los certificados y etiquetas, aunque importantes, pueden producir una falsa imagen de sostenibilidad»
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es la alianza entre agentes muy distintos: comunidades rurales, una empresa industrial como Finsa, instituciones públicas. ¿Cómo se construyen alianzas que respeten el equilibrio entre territorio, empresa y cultura, sin que uno se imponga sobre los otros?
Es necesario que cada uno de los agentes entienda el papel que los otros pueden proporcionar. Desde el diseño podemos ayudar a trasladar los productos generados desde las comunidades rurales a la construcción. Podemos por lo tanto contribuir a poner en valor todo un conjunto de materiales que hasta hace poco resultaban excepcionales, colocándolos en el centro de la construcción. Por su parte, hay sinergias entre las empresas y comunidades rurales respecto a cómo gestionar los espacios productivos de una manera económica y ecológicamente viable. Hay unas posibilidades de intercambio de conocimiento que nos benefician a todos y que pasan también por una mayor colaboración con el mundo de la academia y la investigación.
Se habla mucho de la necesidad de reequilibrar la relación entre lo urbano y lo rural. En España, los territorios vacíos se han convertido en un tema de debate político, económico y demográfico. ¿Puede la arquitectura ser una herramienta para revitalizar el medio rural?
Pensamos que sí. La construcción constituye una parte importantísima del PIB de España y de cualquier país de nuestro entorno. Nuestras elecciones sobre cómo construir, con qué materiales, condiciones de trabajo y con qué técnicas determinan los sectores productivos y los lugares de producción que existen en el país. La apuesta de Internalities por disminuir nuestra dependencia de una paleta material constituida mayormente por hormigón, acero, aluminio, y plásticos está orientada a potenciar el valor del territorio en su conjunto. El uso constructivo de maderas, piedras, o tierras permite activar aquellas geografías que normalmente se definen como «rurales» aunque en el fondo constituyen el soporte del mundo «urbano».
En cualquier caso, la arquitectura por sí sola tiene un alcance limitado. El componente territorial de Internalities, representado por ejemplo en el mapa de recursos materiales y energéticos de la península que encabeza la exposición, debe estar acompañado también por un planeamiento territorial. Por ejemplo, el trabajo de investigación realizado por Aurora Armental, Stefano Ciurlo y Luís Díaz Díaz en la sala que dedicamos a la energía, muestra la insuficiencia de simplemente zonificar las áreas de producción energética renovable, como sucede en la actualidad. Propone, por el contrario, la necesidad de planear y diseñar esas zonas, de manera que respondan también a los intereses y necesidades de las comunidades afectadas por ellas. Arquitectura, urbanismo y diseño territorial tienen que ir de la mano.
Durante décadas, la arquitectura estuvo dominada por formas llamativas y soluciones innovadoras muchas veces desvinculadas del contexto. ¿Estamos asistiendo al final de esa era y al nacimiento de una arquitectura más atenta al entorno, a los oficios, al tiempo lento de los procesos materiales?
La agenda de Internalities no presupone ningún lenguaje formal. La exposición muestra arquitecturas que son tremendamente innovadoras formal, espacial, o tipológicamente y también desde el punto de vista constructivo. Nos parece importantísimo desvincular las cuestiones de estilo arquitectónico de aquellas relacionadas con el necesario equilibrio territorial que la arquitectura debe de tener. Asociar Internalities al uso de lenguajes arquitectónicos vernáculos, tipologías consolidadas o simplemente a una recuperación de oficios constructivos tradicionales nos llevaría a limitar el alcance propositivo de los trabajos que incluimos para responder a los retos presentes y futuros de nuestra sociedad.
Es cierto que desde los años 80 la arquitectura más mediática ha estado centrada en la exploración formal por encima de la exploración técnica. Internalities sí cuestiona este puro formalismo, y aboga por poner las repercusiones sociales, ecológicas y territoriales de la técnica y la construcción en el centro del pensamiento arquitectónico. Pero este pensamiento técnico y territorial no nos impide, de ninguna manera, diseñar arquitecturas formalmente innovadoras.
«El pensamiento ecológico, entendido de un modo amplio, ha pasado a convertirse en una pieza clave de la arquitectura»
Vuestro proyecto reúne propuestas de una nueva generación de arquitectos españoles que entienden el oficio desde una mirada crítica y territorial. ¿Qué valores están redefiniendo hoy la práctica arquitectónica? ¿Qué tipo de arquitectura interesa a quienes llegan ahora a la profesión?
La generación que representamos en Internalities es consciente de que cualquier exploración formal, tipológica o espacial tiene que atender también a la salud climática y ecológica del planeta. Por ello intenta vincular el trabajo más convencionalmente arquitectónico con la gestión de los recursos y el territorio que colocamos en el centro de la exposición. Si hay algo que define a quienes llegan ahora a la profesión es la consciencia de la importancia de las técnicas y de los materiales que utilizamos para construir. Se está promoviendo una cultura de diseño que no solo establece nuevas maneras de construir con madera, tierras o piedras, sino que también promueve el reciclado de materiales, el aprovechamiento de materiales irregulares, normalmente descartados en el sistema productivo, o el uso de fibras o materiales de origen vegetal. El pensamiento ecológico, entendido de un modo amplio, ha pasado a convertirse en una pieza clave de la profesión.
Las palabras, como los edificios, construyen mundos. Y «sostenible» se ha convertido en una palabra omnipresente, a veces desgastada. ¿Qué significa realmente construir de forma sostenible? ¿Es importante que esta noción incluya también las dimensiones sociales, económicas y culturales del entorno?
Propusimos la palabra «internalidad» porque el término «sostenibilidad» está en gran medida agotado. Existen indicadores de sostenibilidad para ámbitos (la cultura, la economía, etcétera), pero estos indicadores suelen tener un carácter genérico, falto de métricas o de estrategias claras para llevarlos a cabo. Además, el término «sostenibilidad» tiene un componente de preservación del statu quo. Nuestro objetivo no puede ser hacer perdurable un sistema de construcción, o unas lógicas económicas, que han dado lugar a nuestra crisis climática. Por ello, combatir esta crisis requiere desarrollar una agenda más precisa y transformadora que la proporcionada por el término «sostenibilidad». Mediante la palabra «internalidad» queremos proponer un programa de trabajo claro: la necesidad de trabajar con recursos de proximidad y de equilibrar ecologías y economías. Es un término que tiene una ambición transversal. Promueve una agenda redistributiva, atenta no solo a los edificios, sino a los territorios donde estos se sitúan.
«Durante décadas los arquitectos hemos privilegiado diseñar solo para las ciudades»
La arquitectura ha sido siempre un espejo de su época: de sus miedos, sus deseos, sus desigualdades. En un mundo marcado por la crisis ecológica, energética y social, su papel parece más necesario que nunca. ¿Qué futuro imagináis para la arquitectura? ¿Seguirá siendo una herramienta transformadora en el siglo XXI?
Esperamos que sí. La emergencia climática hace que tengamos que cuestionar profundamente las maneras que hemos desarrollado en los últimos 60 años de construir edificios, de hacer ciudades y de movernos. Este siglo necesita diseños ecológica y socialmente justos, tanto para transformar el entorno ya construido como para diseñar nuevos espacios. Sobre todo, necesitamos desarrollar una nueva cultura territorial. El hecho de que las ciudades se hayan convertido en los grandes polos de atracción demográfica y económica ha hecho que durante décadas los arquitectos hayamos privilegiado diseñar solo para ellas. Cuento sucede fuera de las ciudades, de sus suburbios, o de sus lugares de ocio y turismo, se ha tratado como una externalidad, en gran medida invisible a la profesión. Necesitamos revertir esta situación mediante una mirada y unos modos de diseñar «internalizados» que dejen de separar los edificios y ciudades que habitamos de los territorios que los sustentan material, ecológica y energéticamente.
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