ENTREVISTA A ALESSANDRO VANOLI

Hace unas semanas enviamos unas preguntas a Alessandro Vanoli acerca de su reciente libro en Ático de los Libros, La invención de Occidente: España y Portugal y el nacimiento de una cultura. Conferencias y viajes diversos retrasaron la publicación de la entrevista, pero ya la tenemos aquí. Autor de ya una extensa bibliografía en italiano […]

Jun 25, 2025 - 23:15
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ENTREVISTA A ALESSANDRO VANOLI

Hace unas semanas enviamos unas preguntas a Alessandro Vanoli acerca de su reciente libro en Ático de los Libros, La invención de Occidente: España y Portugal y el nacimiento de una cultura. Conferencias y viajes diversos retrasaron la publicación de la entrevista, pero ya la tenemos aquí. Autor de ya una extensa bibliografía en italiano (muchos títulos merecen una traducción castellana), «conocimos» al profesor  Vanoli en castellano con un libro escrito a cuatro manos junto a Franco Cardini, La Ruta de la Seda. Una historia milenaria entre Oriente y Occidente (Almuzara, 2023) y hace pocos días publicamos reseña de su primer libro con Ático, Historia del mar. Mito cultura y ciencia.

Como presentación a los lectores españoles, imaginemos por un momento que la mayoría de la gente no le conoce ni a usted ni a sus libros, o tal vez solo hayan leído el artículo de Wikipedia en italiano sobre usted: ¿quién es Alessandro Vanoli?

Alessandro Vanoli es un historiador italiano de 55 años que ha dedicado su vida al estudio de las relaciones entre culturas diferentes; en particular entre cristianos, musulmanes y judíos en el mundo mediterráneo. Y fue precisamente gracias a este tema que, hace muchos años, se encontró con España, con su mundo y su historia, y se dedicó durante mucho tiempo a al-Ándalus y a la Reconquista. Pero también —y sobre todo— es un historiador que, tras muchos años en la academia, ha decidido dedicarse a la divulgación, a contar la historia para un público más amplio, porque tiene una gran necesidad de sentirse útil…

En su libro, La invención de Occidente. España, Portugal y el nacimiento de una cultura, nos situamos en una longue durée, por ponernos braudelianos, y se traza el origen de un término: Occidente. Una primera pregunta quizá no sería «cuándo» surge la palabra, sino en qué momento se toma conciencia de su existencia. ¿Podemos hacerlo?

Sí, es cierto: se trata de longue durée. Admito sin demasiados problemas que es la escala con la que más me gusta trabajar. Aunque una escala así siempre hace bastante difícil establecer un punto preciso en el que responder a la pregunta «cuándo». Pero quizá uno de los momentos más importantes sea el de la primera toma de posesión atlántica por parte de España y Portugal, ese que va desde el Tratado de Tordesillas hasta los primeros grandes viajes de exploración.

Otra pregunta, quizá obvia, sería: ¿ya existía también un «Oriente» que sirviera de contrapunto o espejo frente al «Occidente» que empezaba a concebirse?

No exactamente: Oriente ha tenido muchos rostros diferentes, y sin duda puede decirse que ha sido el motor principal de todo el impulso explorador o los viajes comerciales, desde antes de la Edad Media hasta la Edad Moderna. Pero hasta las conquistas española y portuguesa, la palabra «Occidente» se usaba casi exclusivamente para designar una dirección, mientras que «Oriente» designaba desde hacía siglos un espacio, aunque con contornos imprecisos.

La mirada «occidental» del mundo suele circunscribirse a Europa, pero en la Antigüedad y el largo Medievo esta idea no estaría aún asentada, o al menos no desde todas las «culturas»…

Francamente, no creo que pueda hablarse de una «mirada occidental» antes del colonialismo maduro, es decir, antes del imperialismo francés y, sobre todo, inglés del siglo XIX.

El núcleo del libro se centra en la pugna de la España de finales del siglo XV y las primeras décadas del XVI frente a su vecino Portugal para «controlar» el acceso a un Nuevo Mundo a través de la exploración y la conquista. ¿Hasta qué punto era esencial delimitar hasta dónde los marinos (y comerciantes) de una u otra corona podían llegar según una línea imaginaria?

El problema no era tanto el control o la división del espacio, porque el espacio marítimo no es fácilmente gestionable. La delimitación jurídica era necesaria sobre todo para el control de las rutas. El control del mar será, desde ese momento, cada vez más un control de las rutas, que se ejerce mediante el control de los estrechos y de los principales puntos de paso.

A lo largo del libro se habla de mapas, portulanos y cartas náuticas, herramientas para plasmar en un plano por donde navegaron los marinos y exploradores —no solo castellanos o portugueses—en lo que ya se consideraba que era la Tierra, una esfera. ¿Podemos hablar de una «revolución cartográfica» a comienzos de la Edad Moderna?

Decididamente, sí: creo que la revolución cartográfica es uno de los elementos determinantes de esta historia. No solo por la posibilidad de orientarse en los espacios marítimos, sino también —y sobre todo— por la posibilidad de que, por primera vez en la historia (es importante notarlo), ofrecerá de observar con precisión el espacio habitado. En otras palabras: se entiende por qué solo desde el siglo XVI se habla de una historia de Europa, si se tiene en cuenta también el hecho de que, por primera vez, es posible verla con sus formas reales.

Un mundo nuevo en una hoja de papel que a su vez permite que «Occidente» quede fijado ya definitivamente en un mapa, pero que no siempre se ubicaría en el mismo lugar…

Es una de las partes más complicadas de esta historia: entre los siglos XVII y XIX se desarrolla un largo debate, filosófico y político, sobre la naturaleza de las Américas y sobre la naturaleza de Europa. Esto sucede en el momento en que Estados Unidos elabora una idea identitaria del más lejano oeste (el Far West) e Inglaterra construye una idea de sí misma y de Europa como Western Civilization… Al final, puede decirse que la síntesis de estos dos procesos se mostrará con claridad solo en el siglo XX, cuando Estados Unidos heredará en parte el imperio inglés y Occidente se manifestará como la síntesis atlántica entre Europa y América.

Hoy en día «Occidente» queda fijado a la idea de «civilización occidental», que no solo es Europa; e incluso se podría decir que para quienes ahora gobiernan la primera potencia del mundo, los Estados Unidos, esa misma Europa parece concebirse como algo aparte de la «civilización occidental»…

Creo que teníamos que llegar a este punto: la síntesis nacida en el siglo XX no podía durar. En el siglo pasado, Occidente se encarnó en el motor de la globalización con sello estadounidense. Pero en el mundo multipolar de hoy, toda esa historia forma parte del pasado remoto.

¿Podemos prever hacia dónde se dirige «Occidente» en los próximos años? O al menos lo que pueda interpretarse como Occidente en un mundo en el que «Oriente», de la mano de China, parece también buscar un rumbo nuevo.

Creo que la clave puede ser precisamente la multipolaridad. Todo está transformándose —trágicamente— ante nuestros ojos, y no es fácil comprender qué actores tendrán más o menos fuerza en los próximos años. China es obviamente importantísima, pero su crecimiento está disminuyendo y comienzan a verse algunas dificultades internas. India tiene un potencial enorme, y por lo demás, en el desastre atroz al que estamos asistiendo, resulta realmente difícil entender qué partes del mundo de mayoría musulmana saldrán reforzadas o debilitadas.

Para el lector hispano, si no me equivoco, este es su tercer libro traducido, tras La Ruta de la Seda, escrito con Franco Cardini, e Historia del mar, también en Ático de los Libros. Los mares, de un modo u otro, parecen ser un ámbito de especial interés en su trayectoria, incluidas obras anteriores en italiano…

Sí, así es. Al principio, como historiador, el mar fue una de mis referencias fundamentales, sobre todo porque ha sido desde siempre el espacio por excelencia de todo intercambio cultural y comercial. Luego hay un aspecto humano que creo que es igualmente importante. A pesar del rigor que me impone mi oficio, sigo teniendo una gran necesidad de sueños, monstruos y prodigios… y el mar, desde que era niño, es el refugio perfecto para todo eso.

Por último, pero no menos importante, nuestro Friki Test:

1. Sus tres libros favoritos.
¡Por Dios, tres son demasiado pocos! Digamos que entre las cosas más importantes que han atravesado mi vida en distintos momentos está, sin duda, la obra —entera— de Borges; luego muchos libros de Italo Calvino (El barón rampante y Si una noche de invierno un viajero); y por último, un imprescindible: Tolstói, Guerra y paz. Lo sé: he dicho más de tres…

2. Un libro no terminado.
Casi nunca me pasa, soy demasiado curioso. Una vez me ocurrió con La versión de Barney, de Mordecai Richler… pero quizá era la época equivocada.

3. ¿Cuántos libros tiene?
Dejé de contar al llegar a 12.000… ahora intento eliminar alguno de vez en cuando: en mi estudio se está reduciendo el espacio vital.

4. Un libro que le ha gustado, pero le avergüenza admitirlo.
A mi edad ya no me avergüenzo de los libros que me han gustado, incluso si son fáciles o comerciales.
Cuando era joven fui un gran lector de ciencia ficción. Durante algunos años, recién licenciado, evitaba hablar mucho del tema. Ahora reivindico con orgullo haber amado locamente los libros de Philip J. Farmer.

5. El último libro que ha leído.
Un maravilloso ensayo sobre la India contemporánea escrito por un periodista italiano que, al contrario de tantos que escriben, es un gran experto en el país y conocedor de su lengua y su cultura: Matteo Miavaldi, Un’altra idea dell’India.

6. El/los libro(s) que está leyendo ahora.
Novela: Haruki Murakami, La ciudad y sus muros inciertos.
Ensayo: Orlando Figes, El baile de Natasha, una de las cosas más bellas e importantes que se pueden leer sobre la historia de la cultura rusa.

7. Los últimos libros que ha comprado.
Ayer: El lamento de Portnoy, de Philip Roth. La nueva traducción italiana publicada por Adelphi se ha convertido en un pequeño fenómeno editorial, y como tenía un recuerdo ya muy lejano del libro, me dije que era una buena ocasión para volver a un maestro como Roth.

8. Uno de sus propios libros que le hace sentir orgulloso.
Guau… no sé. Quizá Quando guidavano le stelle… aunque, por desgracia, nunca ha sido traducido al español. Es una historia del Mediterráneo contada a través de un viaje por sus grandes puertos, desde el punto de vista de un momento del pasado y desde el punto de vista de mis recuerdos en ese lugar.
Fue el libro que me permitió cambiar de vida, despedirme de la academia y comenzar a dedicarme a ser escritor.

9. Cuando lee, ¿en tapa dura, tapa blanda o libro electrónico?
Con tal de que sea en papel: no soporto los libros electrónicos (salvo para trabajar: cuando se trata de libros de consulta para lo que debo escribir, el formato electrónico es perfecto).

10. ¿Dónde lee?
Donde pueda. Viajo muchísimo, así que siempre en tren o en avión. Luego, en mi estudio.

11. ¿Cómo organiza sus libros?
Normalmente intento primero construir una estructura, un índice que aborde el tema casi siempre desde una perspectiva cronológica (al fin y al cabo, soy historiador…). Luego comienzo a intentar insertar dentro las historias que me gustaría escuchar. Ese es el punto: intento escribir el libro que me gustaría leer.

12. Su libro más valioso.
Depende del sentido de la palabra. Creo que Historia del mar es un buen libro en el plano divulgativo, quizá una de mis mejores aportaciones en ese sentido. Y creo igualmente que La invención de Occidente es un buen libro de investigación.

13. ¿Qué usa como marcador?
Lápiz. Siempre y solo lápiz.

14. ¿Escribe notas en sus libros?
¡Por supuesto que sí! De todo tipo: signos de exclamación, risas, referencias…

15. ¿Ha recibido mensajes extraños de sus lectores? ¿Alguna anécdota?
Muchos a lo largo de los años. Me encanta el diálogo con mis lectores. Aparte de los mensajes habituales de aprecio o crítica (también son importantes), quizá lo más curioso que me ha pasado fue con la publicación de Historia del mar en Italia. El libro llegó a las librerías en mayo, al comienzo de la temporada de vacaciones. Y durante todo el verano no dejé de recibir fotos del libro en la playa, apoyado frente al mar, sobre las piernas de los lectores, o al lado, bajo la sombrilla en primer plano.

16. Y, por último, la tortilla de patatas, un plato típicamente español (supongo que lo ha comido): ¿con o sin cebolla?
Teniendo en cuenta que en años ya lejanos viví en Salamanca, Madrid y Granada, el debate entre concebollistas y sincebollistas no me pilla de nuevas, y sé que es acalorado. Seguramente, de joven, con cebolla; ahora, admito que me cuesta un poco más. Pero cuando me encontré con España mi favorita era la tortilla con cebolla, y es, por tanto, la de mis mejores recuerdos…