Donde todo el ruido calla
No es un libro de personajes. Es un libro de presencias. Vidas que se escuchan de fondo, como cuando alguien habla en otra habitación y uno se calla para entender. Su verso, fiel a una poética de la contención, se mantiene breve, cortante, más cercano al encuadre cinematográfico que a cualquier retórica lírica. Pero aquí... Leer más La entrada Donde todo el ruido calla aparece primero en Zenda.

¿Cuántas vidas caben en un solo cuerpo? ¿Cuántas despedidas caben en una sola memoria? Pablo García Casado no responde: escribe. Y al hacerlo, disemina identidades que no buscan comprenderse, sino decirse. Cada uno es mucha gente no ofrece respuestas: las encarna.
En “ECO”, uno de los textos más poderosos del libro, la promesa de un hijo aún no nacido tiembla “en esta mancha gris de ecografía”. El poema no es solo ternura: es presagio. La vulnerabilidad no es estética, es materia.
En “ADN”, una pareja se despide de una casa. “¿Qué ha quedado de mí en esta casa?”, se pregunta el hablante. El poema responde con restos: piel reseca, uñas cortadas. La poesía no embellece la pérdida. La nombra.
“DE VIDA BEATA” podría parecer una escapatoria bucólica, pero no lo es. La vida lejos del mundo es también alerta: “durmiendo con un cuchillo bajo la almohada”. En ese poema, el campo no es descanso: es frontera. García Casado apunta aquí otra de sus constantes: detrás de cada refugio hay una sospecha.
Y en “VOBIS” el libro se pliega sobre sí mismo. El poeta ha leído. El poeta ha sido escuchado. El libro ha sido dejado en una cómoda, tal vez entre Pessoa y Gil de Biedma. Tal vez olvidado. Pero escrito. Porque —nos recuerda el texto— “vuestro es el poema”, porque un poema no es nada si no hay alguien al otro lado. Y en ese reconocimiento, Casado firma su poética más clara: no escribe para dejar huella, sino para dejar espacio.
Este libro no se mira al espejo para gustarse. Se mira para comprobar si aún queda alguien detrás del reflejo.
En libros anteriores como García o La cámara te quiere, Pablo García Casado miraba el mundo desde fuera: con cierta distancia, incluso con ironía. En este nuevo libro, esa mirada se vuelve hacia dentro, hacia lo íntimo. Ya no se limita a analizar o describir: ahora se implica, comparte.
La ironía cede paso a la intemperie. Hay más mundo interior, sí, pero también más mundo. Porque lo íntimo no se ofrece aquí como confesión, sino como territorio compartido. Un lugar donde cualquiera —si escucha bien— podría reconocerse.
Uno agradece libros así. No por su temática, sino por su posición: lo que hay en estas páginas no busca conmover, sino comprender. Leer a García Casado no es solo una experiencia estética: es una forma de atención moral. Y eso es raro. Y necesario. Frente al exhibicionismo, contención. Frente al ruido, escucha. Frente al juicio, duda. A veces, cuando avanzo con mis alumnos en la lectura de ciertos poemas, les digo que algunos versos nos devuelven preguntas que ni sabíamos que nos hacían falta. Este libro es uno de esos.
Cada uno es mucha gente es un libro donde todo el ruido calla. No porque no haya dolor, sino porque hay escucha. Una escucha nítida, honesta, que exige también de quien lee una cierta entrega. No es una lectura cómoda, ni complaciente. Pero al terminarla, queda una certeza: la de haber sido acompañado por una escritura que no pide aplausos, sino atención. Y eso, en estos tiempos, ya es mucho.
En tiempos donde todo se grita, Cada uno es mucha gente se atreve a decir en voz baja lo que más importa. Y en esa multitud, a veces basta una sola voz en voz baja.
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Autor: Pablo García Casado. Título: Cada uno es mucha gente. Editorial: Visor. Venta: Todos tus libros.
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