En el límite de lo imposible
Este libro es una vuelta al mundo a través de los relatos de hombres y mujeres que hicieron del viaje su modo de vida. Es, por tanto, un homenaje a quienes ven en el descubrimiento un horizonte de libertad y sabiduría. En este Making Of, Fermín Bocos propone un viaje a través del proceso de... Leer más La entrada En el límite de lo imposible aparece primero en Zenda.

Este libro es una vuelta al mundo a través de los relatos de hombres y mujeres que hicieron del viaje su modo de vida. Es, por tanto, un homenaje a quienes ven en el descubrimiento un horizonte de libertad y sabiduría.
En este Making Of, Fermín Bocos propone un viaje a través del proceso de creación de Cuando viajar era descubrir (Sotavento).
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Cuando viajar era descubrir estuvo a punto de tener otro título: Por el camino más largo. Era un homenaje a mi amigo Manu Leguineche, que hace más de sesenta años escribió El camino más corto, hoy un libro de culto. Está dedicado a él y a Javier Reverte, otro gran amigo y padrino de mi boda. Y también a Esther Eiros, directora que fue de Gente Viajera, el mejor y más veterano programa de viajes de Onda Cero.
Ahora se viaja de otra manera. Los turistas van a los sitios no tanto a ver y aprender como a hacerse selfis, dejando constancia de que han estado allí: en Giza, en las Pirámides, en el Taj Mahal o en la Gran Muralla. Es una tendencia muy arraigada, pero que no es nueva. En Grecia, en el primer tercio del siglo XIX, Lord Byron dejó constancia de su paso por el templo de Poseidón en Cabo Sounion, y en Persia, el periodista Henry Morton Stanley también profanó las ruinas de Persépolis dejando constancia de su nombre a golpe martillo y cincel. Todo está, pues, inventado, aunque no deja de sorprenderme la manía de los selfis. Quizá porque tengo la costumbre de viajar sin GPS, consultando mapas y hablando con los habitantes de los lugares a los que iba llegando. Pertenezco a una generación en la que, en mi juventud, haciendo autoestop se podía llegar a cualquier rincón del planeta conociendo gentes y haciendo amigos.
Antes de Google Maps existieron las guías de los trotamundos. Supongo que haber viajado por medio mundo sin grandes recursos y aceptando las incomodidades del viaje me abocó a reconocer y admirar el mérito de tantos y tantos aventureros —hombres y mujeres— que, a lo largo de los siglos, rompieron con la rutina de sus días optando por echarse al camino o a la mar. Algunos regresaron para contarlo, otros perecieron en el intento.
Hubo tiempos en que se necesitaba mucho coraje y una determinación fuera de serie para emprender ruta. Con doble mérito en el caso de las mujeres. Pensemos por un momento en la moral restrictiva y en las costumbres pacatas de épocas pasadas, y aún de la nuestra en muchos países. Las mujeres cuyas vidas narra el libro no esperaron a conocer qué les había tocado en el reparto del azar para escoger su destino.
Admiración es la palabra que mejor resume el porqué me dio por narrar las historias de personajes tan diferentes entre sí y, sin embargo, tan afines en arrojo y con el valor necesario para arriesgar sus vidas persiguiendo ideales u objetivos diversos.
En siglos pasados, cuando más allá de Europa el mundo era ancho y desconocido, fue la búsqueda de riquezas, la sed de aventuras, el afán de singularidad o la gloria el resorte que impulsó a abandonar el lugar de origen y salir a descubrir los confines del planeta.
Cuando viajar era descubrir se apoya en la técnica de relatos cortos que popularizó el gran Stefan Zweig en su inolvidable Momentos estelares de la humanidad. Biografías apretadas y comentadas.
Para la documentación recurrí a libros antiguos de Historia. Solo por poner algunos ejemplos: en un caso, un libro publicado hace más de doscientos años, rarísimo de encontrar. Fue editado en Barcelona en 1878 y lleva por título En busca del doctor Livingstone al centro de África. Lo escribió Henry Morton Stanley un año después de su extraordinario viaje por la selva.
En el caso de Gustave Flaubert, tomando como referencia el diario que el famoso escritor publicó tras su viaje por Turquía, Oriente Próximo, Grecia e Italia. Para el capítulo dedicado a Alvar Núñez Cabeza de Vaca, recurrí al famoso Naufragio, el valioso testimonio en el que relató sus andanzas y desgracias por diversas regiones de lo que en su época se consideró el Nuevo Mundo. En el caso de la aventura de Napoleón en Egipto, para el perfil del joven general que posteriormente acabaría coronándose emperador, me resultó de gran utilidad un libro escrito por Stendhal en 1818.
La idea era obtener datos de fuentes cercanas a los hechos que dieron fama a los protagonistas de este retablo de personajes realmente notables, algunos de los cuales me han parecido especiales dentro de la común singularidad de todos ellos. Y así, con todos los personajes que dan vida a Cuando viajar era descubrir, el libro que también pudo haberse titulado Por el camino más largo.
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Autor: Fermín Bocos. Título: Cuando viajar era descubrir. Editorial: Sotavento. Venta: Todos tus libros.
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