Culmina una Feria del Libro de Madrid afectada por el calor y con la convicción de lo que no es un libro

La cita literaria, que para el 11 de junio ya había recibido a más de 600.000 visitantes, ha estado marcada por la cancelación de dos tardes y la retirada de la revista cultural Jot DownLas ‘autoras migra’ buscan más lectores: “España no es blanca, también es marrón” La Feria del Libro de Madrid, celebrada del 30 de mayo al 15 de junio en el Parque del Retiro, echa el cierre a una nueva edición tras congregar más de 360 casetas de editoriales, librerías, distribuidores y organismos oficiales. Las inclemencias meteorológicas, que entorpecieron tres jornadas de la Feria, han intentado robar protagonismo a escritores y lectores, pero lo cierto es que para el 11 de junio ya había recibido a más de 600.000 visitantes, ascendiendo el volumen de negocio a más de 7 millones de euros con 450.000 ejemplares vendidos. Son cifras superiores a las de 2024. Pese a los dos días de cierre por alertas de calor, que incluyen un viernes por la tarde, algo que Jesús de Norma Editorial no recuerda “que haya pasado en los últimos 20 años”, el editor celebra que la Feria del Libro “siempre va a más”: “Es como el amanecer, siempre va bien”. Hacia el mismo sentido apunta Valentín de las editoriales Abada y Maya, que considera que, “al margen de las incidencias”, no se pueden quejar y les “está yendo bastante bien”. “Se ha notado una mayor incidencia de público entre semana, habiendo incluso días que parecían fines de semana, sobre todo por las tardes”, destaca. Aun así, el cierre de dos tardes acaba afectando no solo en la recaudación final, sino en el trabajo detrás de la programación. Juan José de Librería Felipa, que afirma que “la temperatura y el tiempo” han sido “agradables”, alega que estas incidencias provocan que haya que devolver libros sin haberse podido firmar, lo que resulta en un “exceso de trabajo”. Sin embargo, lo acepta porque son las consecuencias de “estar en un sitio público y un recinto tan maravilloso como es El Retiro”. Asimismo, afirma que “la gente está respondiendo bien a la lectura en papel” y que, desde la pandemia, “ha habido un repunte del libro tradicional tras haberse pasado el tsunami de los ebooks”. Las personas mayores buscan la sombra en la Feria del Libro de Madrid Entre los asistentes, hay quien simplemente se deja sorprender y quien ya va con una lista apuntada de libros y el número de caseta correspondiente. Carlos de Dos Bigotes, editorial especializada en literatura LGTBI y feminismo, celebra que la gente cada vez los conozca más y lleguen con una obra pensada: “Se nota que estamos creciendo, que se van vendiendo más libros. Es algo que nos reconforta mucho”. No obstante, la posición de la caseta, que va a sorteo, también es fundamental. Andrea de Postdata Ediciones lamenta “un bajón” con respecto el año pasado. “El primer año estuve en la 124, que es un sitio muy bueno. Después, en la 150, y ahora en la 190. Cuanto más alejado estás, peor es el sitio, porque cuando la gente llega aquí ya se ha gastado el poco dinero que lleva”, explica. Al contrario que algunos de sus compañeros, ella no nota ningún repunte en comparación con años anteriores, sino más bien todo lo contrario: “No sabemos si es por las alertas, por los cierres, por el sitio, o porque la gente no tiene dinero y ahora tiene que elegir entre pagar el alquiler, comer o comprarse un libro. Pero sí que ha bajado bastante”. La editora recalca que el primer cierre fue el día inaugural de la Feria, lo que hizo que la gente se asustara y decidiera “no ir el resto del fin de semana”, que también iba a ser “bastante caluroso”. ISBN, sí; ISSN, no La Feria del Libro de Madrid, un espacio por y para la cultura, ha reafirmado en esta edición que es un espacio por y para los libros. Y no por y para cualquier libro. El ISBN, un código de identificación único que suelen llevar estos ejemplares en su parte trasera, se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del Paseo d

Jun 15, 2025 - 17:55
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Culmina una Feria del Libro de Madrid afectada por el calor y con la convicción de lo que no es un libro

Culmina una Feria del Libro de Madrid afectada por el calor y con la convicción de lo que no es un libro

La cita literaria, que para el 11 de junio ya había recibido a más de 600.000 visitantes, ha estado marcada por la cancelación de dos tardes y la retirada de la revista cultural Jot Down

Las ‘autoras migra’ buscan más lectores: “España no es blanca, también es marrón”

La Feria del Libro de Madrid, celebrada del 30 de mayo al 15 de junio en el Parque del Retiro, echa el cierre a una nueva edición tras congregar más de 360 casetas de editoriales, librerías, distribuidores y organismos oficiales. Las inclemencias meteorológicas, que entorpecieron tres jornadas de la Feria, han intentado robar protagonismo a escritores y lectores, pero lo cierto es que para el 11 de junio ya había recibido a más de 600.000 visitantes, ascendiendo el volumen de negocio a más de 7 millones de euros con 450.000 ejemplares vendidos. Son cifras superiores a las de 2024.

Pese a los dos días de cierre por alertas de calor, que incluyen un viernes por la tarde, algo que Jesús de Norma Editorial no recuerda “que haya pasado en los últimos 20 años”, el editor celebra que la Feria del Libro “siempre va a más”: “Es como el amanecer, siempre va bien”. Hacia el mismo sentido apunta Valentín de las editoriales Abada y Maya, que considera que, “al margen de las incidencias”, no se pueden quejar y les “está yendo bastante bien”. “Se ha notado una mayor incidencia de público entre semana, habiendo incluso días que parecían fines de semana, sobre todo por las tardes”, destaca.

Aun así, el cierre de dos tardes acaba afectando no solo en la recaudación final, sino en el trabajo detrás de la programación. Juan José de Librería Felipa, que afirma que “la temperatura y el tiempo” han sido “agradables”, alega que estas incidencias provocan que haya que devolver libros sin haberse podido firmar, lo que resulta en un “exceso de trabajo”. Sin embargo, lo acepta porque son las consecuencias de “estar en un sitio público y un recinto tan maravilloso como es El Retiro”. Asimismo, afirma que “la gente está respondiendo bien a la lectura en papel” y que, desde la pandemia, “ha habido un repunte del libro tradicional tras haberse pasado el tsunami de los ebooks”.

Las personas mayores buscan la sombra en la Feria del Libro de Madrid

Entre los asistentes, hay quien simplemente se deja sorprender y quien ya va con una lista apuntada de libros y el número de caseta correspondiente. Carlos de Dos Bigotes, editorial especializada en literatura LGTBI y feminismo, celebra que la gente cada vez los conozca más y lleguen con una obra pensada: “Se nota que estamos creciendo, que se van vendiendo más libros. Es algo que nos reconforta mucho”. No obstante, la posición de la caseta, que va a sorteo, también es fundamental. Andrea de Postdata Ediciones lamenta “un bajón” con respecto el año pasado. “El primer año estuve en la 124, que es un sitio muy bueno. Después, en la 150, y ahora en la 190. Cuanto más alejado estás, peor es el sitio, porque cuando la gente llega aquí ya se ha gastado el poco dinero que lleva”, explica.

Al contrario que algunos de sus compañeros, ella no nota ningún repunte en comparación con años anteriores, sino más bien todo lo contrario: “No sabemos si es por las alertas, por los cierres, por el sitio, o porque la gente no tiene dinero y ahora tiene que elegir entre pagar el alquiler, comer o comprarse un libro. Pero sí que ha bajado bastante”. La editora recalca que el primer cierre fue el día inaugural de la Feria, lo que hizo que la gente se asustara y decidiera “no ir el resto del fin de semana”, que también iba a ser “bastante caluroso”.

ISBN, sí; ISSN, no

La Feria del Libro de Madrid, un espacio por y para la cultura, ha reafirmado en esta edición que es un espacio por y para los libros. Y no por y para cualquier libro. El ISBN, un código de identificación único que suelen llevar estos ejemplares en su parte trasera, se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del Paseo de Coches. El viernes 6 de junio, en la Asociación de Editores de Andalucía, la directora de la Feria Eva Orúe exigió la retirada de la revista cultural JotDown porque no constaba de ISBN —las revistas, en lugar de ISBN, emplean ISSN—.

En un artículo de la revista publicado en la web que Ángel L. Fernández Recuero titula La mediocridad de Eva Orúe como directora de la Feria del Libro de Madrid, se expresa lo siguiente: “Quizás las editoriales pequeñas seamos peligrosos agentes antisistema. O, en realidad, el sistema que protege Orúe es uno en el que el libro es menos importante que la caseta, la caseta menos que la tasa, y la tasa menos que el ego del funcionario”. Además, denuncia que “desde que Eva Orúe dirige la Feria del Libro de Madrid, esta dejó de ser una fiesta de la lectura”, achacando que “hoy es un simulacro de cultura envuelto en marketing institucional”.

Eva Orúe cuenta a elDiario.es que “las revistas culturales pueden tener lugar en la Feria”, ya que “la asociación ARCE tiene caseta y allí están representadas todas las que pertenecen a la asociación”; no obstante, declara que el problema radica en que “el vicepresidente de la Asociación de Editores de Andalucía utilizó el estand de la asociación para colocar sus revistas sabedor de que, sin pedir permiso previo, no podían estar”. “Por no hablar de que da a entender que fui a por sus revistas de cabeza, cuando en realidad me las encontré cuando fui a hablar de otra cosa con la persona al frente del estand”, agrega la directora.

“Puede parecer un tema menor, y sin duda lo es en comparación con los gravísimos asuntos políticos y sociales que se suceden”, comenta Eva Orúe, “pero no deja de ser alucinante que alguien se plante en una Feria, desobedezca las normas que la rigen —no puede alegar ignorancia: incluso fue motivo de una conversación que mantuvimos en el congreso de editores andaluces de Sanlúcar—, se despache con un artículo absolutamente furibundo contra quien tiene la tarea de aplicar —no de redactar, el reglamento no es cosa mía— esas normas y que encima se beneficie de la benevolencia —y de la ignorancia— de tantos, que le hacen el favor de un retuit”. La directora señala que el “linchamiento” que ha vivido en redes “gracias a JotDown” es un “episodio doloroso y vergonzoso”: “Sé que otros —políticos, periodistas— lo han pasado peor que yo, pero no me consuela”.

Aun así, hay quien considera correcta la decisión de Orúe, como Jesús de Norma Editorial: “Hay unas normas y no se pueden vender otras cosas. Aunque sea una revista de tipo cultural, la cuestión es que esta es la feria del libro”. Por su lado, Andrea de Postdata Ediciones declara que, aunque entiende a ambas partes, “si en el reglamento pone eso, cuando firmas la inscripción estás aceptando el reglamento”. “Yo acepto también que no puedo poner megafonía y no la pongo”, añade.

Esa no ha sido la única de las polémicas que ha enfrentado Eva Orúe. La directora de la Feria del Libro, que este año traía a Nueva York como país invitado, también estrenaba un Pabellón Iberoamericano para “reconfirmar” su “vocación iberoamericana” y “abrir un espacio para debatir y reflexionar sobre el estado actual de la literatura que se escribe en español”. Sin embargo, la directora prohibió que escritoras migrantes se manifestaran frente al mismo mostrando los “libros que no puedes comprar en la feria”, recordándoles que son obras que no tienen ISBN y que podrán debatir con ella sobre esas cuestiones a lo largo del año.

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