Un romano nunca se rinde. Es la máxima de buena parte de los emeritenses. Nacen y conviven con ella. Por su pasado. También por lo que pretenden que sea su futuro. Una forma de vida que construye un aura de ciudad que se respira, que se palpa, todavía más en su Teatro Romano. Parece escrito para una gran obra que el regreso a los escenarios de Raphael sea, precisamente, en unas tablas y en un enclave tan particulares. El linarense, de 82 años, fue ingresado en diciembre del año pasad o cuando se disponía a participar en el programa de televisión La Revuelta. Se le diagnosticó entonces un linfoma cerebral primario y no fue dado de alta hasta diez días...
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