ZN25 – Monster, de URASAWA Naoki
Revisitamos una de las grandes obras de URASAWA Naoki, Monster, para revivir con Tenma una tensa persecución contra el mal en estado puro. Publica Planeta Cómic.


El mundo de un monstruo
«¡Mírame! ¡Mírame! ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo que hay en mí!».
URASAWA Naoki es un autor muy célebre entre los aficionados al cómic japonés. Sus obras han cautivado a infinidad de lectores, también a la crítica, y no es para menos: nuestro mangaka se ha ganado a pulso su lugar entre los grandes nombres de las viñetas niponas. Su gran capacidad narrativa, su habilidad para manejar la intriga, su cuidado a la hora de ambientar las historias, sus trazos tan característicos y la nómina de personajes memorables que pueblan sus mangas así lo atestiguan.
Sin duda, uno de los títulos más célebres dentro de su producción es Monster, uno de los mangas que consagraron a Urasawa como gran autor y con el que se alzó ganador de importantes galardones, como el Premio Cultural Osamu Tezuka. Y es que el viaje de Tenma en busca de un chico al que le salvó la vida sin saber que era un monstruo fue un antes y un después en su carrera, también en el panorama del cómic japonés. Se trata de una de esas obras que dejan huella no solo en la trayectoria del propio autor, sino en otros que vienen detrás y se fijan en ese precedente para crear.
El manga, que en España ha publicado Planeta Cómic —primero en su Biblioteca Pachinko, en treinta y seis medios tomos A5, y posteriormente en su edición kanzenban de nueve volúmenes—, sigue a Kenzo Tenma, un talentoso neurocirujano que de pronto ve cómo la vida que conocía se derrumba a su alrededor. Después de que un paciente muera en el hospital de Düsseldorf donde trabaja porque, por órdenes del director, tiene que priorizar a alguien más poderoso, decide que no puede seguir así: su trabajo como médico es salvar vidas, pertenezcan a quien pertenezcan. Por esa razón, cuando un niño con una herida de bala en la cabeza ingresa en el hospital, Tenma desoye la petición de su superior, quien desea que opere a un importante político, y decide atender al pequeño… sin saber las terribles consecuencias que eso le acarreará.
Son muchos los atractivos que presenta Monster y gran parte derivan de su complejidad, que lo convierte en una obra de enorme riqueza que gana cada vez que uno se asoma a sus páginas. Cuando una historia se ramifica, entrelaza diferentes tramas y hace partícipe al lector de lo que se está contando, de tal manera que este se permite hacer hipótesis sobre lo que sucederá y conecta lo que va descubriendo, la lectura es tremendamente satisfactoria.
¿Cuál es el alcance del mal?
El primero de los elementos que destacan en Monster es la temática. Urasawa parte de un amplio repertorio de motivos para dar forma a su historia y los engarza a la perfección, de modo que nos ofrece una lectura llena de matices y puntos sobre los que reflexionar.
Uno de los temas predominantes, por supuesto, es el mal, que encarna Johan, ese monstruo al que Tenma persigue sin descanso para evitar que siga haciendo daño y, por otro, para redimirse por el error que cometió al salvarle la vida en el quirófano. Este mal resulta difícil de atrapar, casi imposible de vencer: sus garras se ramifican y alcanzan a multitud de personas, bien porque se unen a él, bien porque son su objetivo. Urasawa lo utiliza para generar intriga, poner a sus personajes ante un reto constante y llevarlos al límite, lo que contribuye a que el lector se mantenga enganchado a la lectura y se pregunte si los protagonistas conseguirán lo que se proponen o saldrán derrotados de este enfrentamiento que parece no tener fin.
Sin embargo, no es este el único mal que está presente en las páginas de Monster. Urasawa nos ofrece un retrato muy completo, con muchas facetas, de lo que es en realidad. ¿Qué hay de esos directores de hospital que priorizan las vidas de quienes tienen dinero o poder por encima de la del resto, sin importar cuántos de esos desgraciados se queden por el camino? ¿Y de quienes experimentan con niños para inculcarles ideas y arrebatarles lo que los hace humanos: los sentimientos? ¿Y de los jefes del submundo criminal, con sus intrigas, que solo ansían poder y riqueza? ¿Y de los policías que se dejan corromper y pasan de cumplir y velar por la ley a transgredirla?
Puede que todos consideren a Johan el monstruo más terrible con el que se han topado. Sin embargo, hay infinidad de personajes que se ocultan bajo una fachada o que cometen atrocidades igual de horribles sin que se sepa que son sus perpetradores. Además, el mal no siempre es tan patente ni tan grande. A veces ha echado raíces en gente que podría parecer normal a simple vista, pero que esconde un pasado oscuro. El simple dueño de un restaurante puede haber sido un asesino en el pasado. Uno nunca sabe con quién se cruza en su camino.
Son muchas las víctimas que el mal deja a su paso, sea del tipo que sea. Pueden encontrarse en los estratos más bajos de la sociedad, entre los más vulnerables, pero también en las clases privilegiadas. Eva, por ejemplo, es producto de muchas de las cosas que ha vivido y que la han conducido a la infelicidad, haciendo que albergue deseos de venganza, incurra en contradicciones y no siempre se comporte con bondad.
Pese a todo, Urasawa nos deja ver un rayo de esperanza. Puede que el mal parezca invencible —y no solo por Johan, que siempre parece adelantarse a Tenma y los demás—, ya que se extiende por muchas partes y muchas personas. Sin embargo, hay quien es capaz de dejarlo atrás: después de haberse asomado al abismo y haber permanecido en él, decide abandonarlo. Ciertos personajes se niegan a cumplir las órdenes de sus superiores y dejan vivir a sus posibles víctimas. Otros se unen para superar el mal e impedir que siga expandiéndose. Otros perdonan y tratan de seguir adelante.
Una cuestión muy interesante es, precisamente, cuál es la mejor forma de enfrentarse a ese mal. A veces parece que la única solución es erradicarlo de raíz. Tenma, por ejemplo, quiere acabar con Johan porque piensa que es la única forma de detenerlo, aunque siempre trata de evitar que otros, como Nina, asuman ese cometido que considera suyo. No obstante, hay personajes que demuestran que pueden hacerse otras cosas. A veces basta con seguir adelante y mirar al futuro con esperanza. Urasawa plantea reflexiones muy interesantes al respecto y permite que el lector saque sus propias conclusiones a partir de las diferentes historias que va entrelazando, de las situaciones que tienen que afrontar tanto los protagonistas como los personajes secundarios, también importantísimos en Monster.
Unidos al tema del mal, encontramos además la culpa y la redención. Tenma representa a la perfección estos motivos: por querer hacer el bien, desata sin pretenderlo un mal terrible que, como comentábamos antes, se obliga a derrotar. Esa culpa es una de las razones que lo mueven durante su viaje. Asume una responsabilidad y está dispuesto a llegar hasta el final con todas las consecuencias.
Sin embargo, no es el único que se ve devorado por los remordimientos. El propio Franz Bonaparta, otro de los personajes centrales del manga, desaparece del mapa y opta por llevar una vida retirada precisamente por todo lo que hizo en el pasado. Es esa culpa la que lo lleva a tomar ciertas decisiones cuando se desata el caos del clímax final. Y no es el único que se arrepiente.
Urasawa explora los límites de este sentimiento y nos plantea preguntas al respecto. ¿Hasta dónde puede llevarnos la culpa? ¿Cuál es la mejor manera de enfrentarse a ella? ¿De qué forma nos acompaña el recuerdo de lo que hemos hecho mal? Sus propios personajes las responden a su manera, pero el lector también puede involucrarse y reflexionar.
Otro tema que se desarrolla a lo largo de la historia —y que constituye uno de sus pilares fundamentales— es la identidad, ligada a nuestro nombre, que dice quiénes somos y nos integra en un grupo. A través de los cuentos de Franz Bonaparta, como El monstruo sin nombre, y las experiencias de todos los personajes que sufrieron en el orfanato Kinderheim 511 y la oscura mansión de las rosas, se nos plantea la cuestión de qué es lo que nos hace ser nosotros. Johan es ese monstruo que lo arrasa todo por lo que ha sufrido. Nina no tiene claros muchos de sus recuerdos. En Grimmer conviven un hombre incapaz de sentir y comprender las emociones —aunque le gustaría poder hacerlo— y el misterioso Steiner el Magnífico, que aparece en los momentos en los que el periodista más lo necesita. Y estos son solo algunos ejemplos.
Cada uno de ellos decide qué camino va a seguir. El de la destrucción y la venganza, el del miedo. El de una nueva vida en la que los malos recuerdos no desaparecerán, pero que no por ello deja de depararnos felicidad y sorpresas. El de la reparación del mal, pese a las cargas que uno arrastra. Y, de esa forma, pueden ganarse un nuevo nombre que los identifique de verdad y les ofrezca una nueva realidad.
Estas cuestiones se ven reflejadas también en Franz Bonaparta, conocido por sus múltiples pseudónimos, como Emil Sebe. Él mismo se esconde bajo otros nombres cuando escribe y finalmente, después de todo lo que hace, desaparece y termina por volver a sus raíces, al nombre que le pusieron al nacer, que se antoja como una nueva oportunidad para empezar de cero. Los nombres que utiliza reflejan, asimismo, el bien y el mal al que tiende en cada momento y su necesidad de redención.
Podríamos señalar muchos más temas que afloran en las páginas de Monster. Y eso lo hace una lectura muy rica y sugerente.
El cruce de cientos de caminos
Otro de los puntos fuertes de Monster es, precisamente, la complejidad de su narrativa. En sus páginas, Urasawa entreteje una historia compuesta de diversas miradas cuyos misterios se van desvelando poco a poco, según vamos conectando todos los hilos que pone ante nuestros ojos. Y consigue integrarlos todos sin que el interés que suscitan decaiga. Incluso en las partes en las que parece que ha alargado el manga logra engancharnos y mantenernos en vilo, siempre expectantes ante los siguientes pasos que darán sus personajes.
Por supuesto, la trama de Tenma, Nina y Johan, la principal, es un buen ejemplo de ello. Esa persecución que conduce al médico japonés al abismo para enmendar el error que cometió está llena de intriga. Como decíamos antes, parece que Johan siempre va un paso por delante de él, y Tenma hace todo lo posible por superarlo. También Nina, muchos de cuyos recuerdos han desaparecido de su memoria, tiene claro cómo quiere actuar en relación con su hermano mientras trata de averiguar quién fue… quién es. Lo que propone Urasawa para ellos es un auténtico viaje en el que pasado y presente se entrelazan a la perfección y en el que todas las piezas terminan encajando.
Dicho viaje se compone de diversas etapas, según las decisiones que toman Tenma y Nina para proseguir con su periplo y, a su vez, los pasos que va dando Johan para llevar a cabo sus planes. Y, a lo largo de los nueve tomos de los que se compone la obra en su edición kanzenban, nos encontramos con giros inesperados de guion, revelaciones sorprendentes y situaciones que nos dejan con el corazón encogido. Urasawa dosifica la información con sabiduría y sabe cómo revelar los puntos clave de la historia para que resulten impactantes y, al mismo tiempo, los lectores puedan seguir involucrándose y sacando sus propias conclusiones.
Pero no es este el único aspecto destacable de la narrativa de Monster. En la historia de Tenma, Nina y Johan se entrelazan otras muchas que contribuyen a hacer más profunda la trama principal y a otorgarle matices para que resulte aún más rica. Como decíamos antes, hay muchas miradas. Urasawa es consciente de que sus protagonistas y su antagonista no se mueven aislados, igual que los lectores se cruzan cada día con infinidad de personas muy diversas. Esto hace que el manga nos parezca real y nos lo acerca a nuestra propia experiencia.
Son muchos los capítulos en los que Urasawa se centra en personajes secundarios. Algunos de ellos se vuelven recurrentes en la historia, otros aparecen solo una vez o en ocasiones muy contadas. Sin embargo, eso no significa que sus vivencias resulten menos interesantes. Nuestro mangaka se esfuerza por hacer atractivos esos pequeños atisbos a su presente, a su pasado. Aunque de pronto las peripecias de Tenma y Nina se interrumpan y nos quedemos con ganas de saber cómo siguen, nos vemos atrapados también por esos relatos, más o menos breves, que se entrecruzan en el argumento principal.
Y, además, la mayoría de las veces las historias de esos personajes secundarios terminan relacionándose con la trama de una forma u otra, a veces de maneras que no imaginamos. Urasawa maneja con maestría todos los hilos narrativos de los que se compone su obra.
Nos queda un último elemento por comentar: los cuentos del propio Franz Bonaparta, tan importantes para el desarrollo de Monster, que aparecen en las páginas del manga como si nosotros mismos formáramos parte de ese universo y esas lecturas hubieran caído en nuestras manos. Introducir un fragmento de otra obra en una narración es un recurso que puede resultar interesante si se hace bien.
En el caso de estos cuentos, Urasawa tomó una buena decisión al integrarlos por completo en el manga —aunque también están editados en un volumen aparte—, ya que aportan muchos detalles a la narrativa, empezando por El monstruo sin nombre. Según lo vamos leyendo, establecemos relaciones claras con Johan y los niños de la mansión de las rosas, así como con el propio Bonaparta. Al final, en esas páginas se reflejan las cuestiones del bien y el mal y de la identidad que comentábamos antes, por lo que los cuentos refuerzan la historia de Urasawa y la complementan.
Los diferentes rostros de Monster
Toda buena historia se sustenta en diferentes pilares que la hacen redonda, y uno de ellos son, sin duda, los personajes. Son ellos los que hacen que la trama avance, movidos por sus anhelos, sus problemas, sus decisiones. Muchas veces, pese a que una lectura nos ofrezca un argumento interesante y esté llena de giros sorprendentes, no termina de convencernos si los personajes fallan, si nos resultan planos y no nos llaman la atención.
Por supuesto, este no es el caso de Monster. Urasawa ha cuidado el elenco del manga tanto como otros aspectos fundamentales de este. No solo buceamos en sus páginas hasta el final porque nuestro autor nos asombre con lo que nos está contando, sino porque sus personajes nos resultan atractivos, empezando por sus protagonistas.
Es fácil conectar con Tenma, consumido por la culpa, un hombre imperfecto que falla, se tropieza y vuelve a levantarse. También con Nina, a la que atormenta un pasado difuso que se va revelando cada vez más aterrador según va desenterrando sus recuerdos. Nos parecen muy humanos: Urasawa refleja a la perfección sus emociones y los dota de virtudes y defectos, como cualquiera de los lectores. Los hace complejos y les permite evolucionar a lo largo de la historia. Ni el uno ni el otro son los mismos al comienzo y al final. Por todo ello nos parecen de carne y hueso: todos nosotros sufrimos vicisitudes, cometemos errores, a veces nos vemos asaltados por los remordimientos o por cosas que nos han sucedido. Y aprendemos, cambiamos. En eso, entre otras cosas, consiste la vida.
Lo mismo sucede con todos los que los acompañan en su viaje, desde Dieter —ese niño sumido en las sombras que, gracias a la amabilidad de Tenma y Nina, logra ver la luz— y Grimmer —cuyos propios objetivos terminan uniéndolo a los protagonistas— hasta Reichwein y Gillen —que los ayudan en sus pesquisas y cada vez que se meten en problemas—. Por supuesto, no podemos dejar a un lado a Eva, la exprometida de Tenma, sumida en la infelicidad por la vida que ha llevado y los desengaños. No por ser personajes secundarios reciben menos atención por parte de Urasawa, que los dota de una personalidad clara y hace que las circunstancias influyan en su comportamiento y su devenir. Por otro lado, las relaciones que se establecen entre ellos contribuyen a reforzar algunos de los temas que se plantean.
También quienes suponen un obstáculo para Tenma nos deslumbran, empezando por el inspector Lunge, que, convencido de que el médico japonés es un asesino, lo persigue sin descanso. En las páginas del manga, se nos permite conocerlo bien gracias a los rasgos de personalidad que Urasawa le atribuye —esa manía de hacer como que escribe a máquina, esa manera suya de meterse en la mente de los criminales para resolver los casos— y a su trasfondo, que nos da mucha información sobre él. Es un muy buen ejemplo de cómo nuestro mangaka cuida los detalles del carácter de sus personajes. Al final, son esas pequeñas cosas las que los hacen únicos y tan sugerentes.
¿Y qué decir de Johan, el gran antagonista? Ese monstruo tan terrible, tan frío, que parece cometer atrocidades como si nada tiene muchos matices que lo convierten en alguien muy interesante, no solo por la curiosidad que despierta en los lectores su manera de actuar y las motivaciones que lo llevan a ser tan cruel. En él cristalizan muchas de las cuestiones que Urasawa trata en Monster: el mal, la identidad… Todo ello se refleja en su personalidad y en el camino que sigue a lo largo del manga.
Sin embargo, no son estos los únicos casos en los que Urasawa hace un esfuerzo por dotar de vida a sus personajes. Esa necesidad de ofrecernos pinceladas detalladas se ve en todos los secundarios, aunque aparezcan únicamente en un capítulo, aunque su trayectoria en la trama sea más breve. Por supuesto, no los desarrolla con tanta profundidad como a los principales, ni su carácter ni su historia personal, pero sí nos deja entrever matices significativos o aspectos de su pasado que los hacen reales. Al fin y al cabo, es lo mismo que sucede en nuestra vida diaria: todas las personas con las que nos cruzamos tienen su temperamento, sus problemas, sus manías, su pasado, pequeños gestos con los que los demás los identifican. Y esa idea es la que transmite Urasawa al poner tanto cuidado en este aspecto.
Ese cuidado se traslada, además, a sus trazos. Todos los personajes son reconocibles físicamente y tienen un aspecto propio. En el estilo de dibujo se nota también el trabajo de nuestro mangaka y la atención al detalle que pone cuando dibuja y escribe una historia.
Un viaje por Europa
Monster se desarrolla en un momento delicado para Europa y concretamente para Alemania. El país, dividido en dos partes tras la Segunda Guerra Mundial —la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana—, sufre infinidad de cambios sociales, políticos y económicos en el momento en el que Tenma le salva la vida a Johan y se embarca en un viaje que lo cambiará para siempre. Dicha situación y dichos cambios explican las circunstancias de varios personajes, la presencia de ciertas ideologías y algunas de las intrigas que se dejan entrever en el manga y que sirven como trasfondo para determinados hechos.
Urasawa aprovecha todos esos elementos para integrar su historia y a sus protagonistas a un momento histórico. No los emplea simplemente como una mera ambientación, sino que liga lo que está contando a esos acontecimientos y entrelaza realidad y ficción mediante detalles que disemina a lo largo del manga. En Düsseldorf, donde Tenma trabaja y sueña con un futuro prometedor al principio de la historia, hay una importante comunidad japonesa. Asimismo, se aprecia esa tensión sociopolítica en la situación de algunos personajes, que se ven obligados a desplazarse —como los Liebheart, padres adoptivos de Johan y Nina, refugiados políticos—. Se alude también a la actividad de espionaje que entonces se llevaba a cabo. Son muchos los detalles que revelan un trabajo minucioso en la ambientación de Monster.
Y ese esfuerzo no solo se aprecia en la propia historia, sino en el dibujo. Urasawa nos permite viajar por diversas ciudades de Alemania y la República Checa gracias a sus trazos, que tratan de mostrar con exactitud dichos lugares en las páginas del manga. Cuando uno se adentra en la lectura, tiene la sensación de que de verdad se ha trasladado a los escenarios en los que transcurre el periplo de Tenma y los demás.
Monster se ha convertido por derecho propio en una de las grandes obras del cómic japonés. Se trata de un título que, sin importar cuándo se lea, trata cuestiones que nos afectan como seres humanos y sobre las que podemos reflexionar. Resulta fácil conectar con el manga de Urasawa, quien, como es habitual, pone toda la carne en el asador y nos invita a vivir una auténtica aventura, llena de emociones y sorpresas. Tenma, Nina y los demás acompañan a muchos lectores y seguirán cautivando a otros nuevos, seguro.