Música “folclórica atemporal” y un chorro de agua por encima del estadio: Dellafuente conquista el Metropolitano

El artista granadino llena dos días seguidos el Riyadh Metropolitano de Madrid y lo convirtió una fiesta de su género, acompañado por artistas como Rels B, Lia Kali, Morad o JudelineUn lugar sin reglas para el baile y la imaginación política: la memoria escurridiza de las raves “Hay veces que no merece la pena esto por la sobreexposición. Otras pienso que hay que aprovechar la oportunidad y llenar un estadio de fútbol”, decía Dellafuente en una entrevista que le hice hace siete años, una de las últimas que concedió. El sueño de un chaval que empezó haciendo música en la calle se ha cumplido. Este viernes 20 de junio acaba de llenar el primero de sus conciertos en el estadio Riyadh Metropolitano de Madrid. Pablo Enoc Bayo –su nombre real– vendió las entradas del primero de sus dos shows, entonces en un tiempo récord de 30 minutos. Más de 130.000 personas –entre los dos días– rugen ante su presencia y convierten el recinto en el lugar donde hay que estar en la capital. Y lo ha logrado marcándose un hito: es el primer artista independiente en llenar un estadio de esas dimensiones en España. A Dellafuente no lo lleva ninguna gran discográfica. Tiene su propio sello, MAAS, fundado a partir de su música y de reinvertir lo que genera. El doble sold out tiene más mérito al haberse curado de imprevistos. Dellafuente y su equipo fueron los primeros en cancelar su concierto en el Santiago Bernabéu. Las molestias por el ruido de los espectáculos a los vecinos acabaron ocasionando que se cancelasen todos los eventos planeados. Dellafuente presentaba ese concierto como un homenaje a sus diez años de carrera musical y supo actuar ante lo inesperado. Pero fue un cambio que no gustó a todos sus fans: modificó la fecha, del 15 de noviembre de 2024 al 20 de junio de este año y tuvieron que gestionarse las recolocaciones y reclamaciones. ¿Una compensación? Ofrecer una segunda fecha que también ha llenado. Aunque parece incongruente en quien llena un estadio de fútbol, Dellafuente siempre ha detestado los focos. También lo que hablan sobre él y ser reconocido. En un mundo hiperconectado, a veces, creemos que somos las opiniones de los demás y él rechaza esa idea. Él solo quiere ser normal. Eso lo convierte en alguien hermético, con el aura de quien habla solo cuando toca y no da punzada sin hilo. Vista general durante el concierto del cantante Dellafuente, en el Estadio Riyadh Air Metropolitano, a 20 de junio de 2025, en Madrid Viniendo del underground y del hip-hop, él nunca ha querido ser maleante, sino padre de familia. En una época en la que los artistas buscan más ser superestrellas que músicos, escasean personajes como el que ha creado el granadino. Es fácil tener esa imagen de outsider cuando se trata de un artista emergente. No tanto cuando se llena un estadio de un equipo de Champions League. Dellafuente calla para que hablen sus canciones y eso le vale para generar una de las bases de fans más sólida del mundo de la música. Antes del espectáculo no jugaba el Atlético de Madrid, pero en los aledaños gente venida de todas partes de España vestía camisetas de fútbol, banderas y bufandas. Todas esas equipaciones bajo la idea creativa del Dellafuente Fútbol Club (DLFC). Una hinchada propia que lo apoya casi incondicionalmente y que agota sus productos apenas salen. Y como de si un equipo de fútbol se tratase, es transversal: sus aficionados son de todas las edades, géneros y estilos.

Jun 21, 2025 - 13:55
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Música “folclórica atemporal” y un chorro de agua por encima del estadio: Dellafuente conquista el Metropolitano

Música “folclórica atemporal” y un chorro de agua por encima del estadio: Dellafuente conquista el Metropolitano

El artista granadino llena dos días seguidos el Riyadh Metropolitano de Madrid y lo convirtió una fiesta de su género, acompañado por artistas como Rels B, Lia Kali, Morad o Judeline

Un lugar sin reglas para el baile y la imaginación política: la memoria escurridiza de las raves

“Hay veces que no merece la pena esto por la sobreexposición. Otras pienso que hay que aprovechar la oportunidad y llenar un estadio de fútbol”, decía Dellafuente en una entrevista que le hice hace siete años, una de las últimas que concedió. El sueño de un chaval que empezó haciendo música en la calle se ha cumplido. Este viernes 20 de junio acaba de llenar el primero de sus conciertos en el estadio Riyadh Metropolitano de Madrid. Pablo Enoc Bayo –su nombre real– vendió las entradas del primero de sus dos shows, entonces en un tiempo récord de 30 minutos. Más de 130.000 personas –entre los dos días– rugen ante su presencia y convierten el recinto en el lugar donde hay que estar en la capital. Y lo ha logrado marcándose un hito: es el primer artista independiente en llenar un estadio de esas dimensiones en España. A Dellafuente no lo lleva ninguna gran discográfica. Tiene su propio sello, MAAS, fundado a partir de su música y de reinvertir lo que genera.

El doble sold out tiene más mérito al haberse curado de imprevistos. Dellafuente y su equipo fueron los primeros en cancelar su concierto en el Santiago Bernabéu. Las molestias por el ruido de los espectáculos a los vecinos acabaron ocasionando que se cancelasen todos los eventos planeados. Dellafuente presentaba ese concierto como un homenaje a sus diez años de carrera musical y supo actuar ante lo inesperado. Pero fue un cambio que no gustó a todos sus fans: modificó la fecha, del 15 de noviembre de 2024 al 20 de junio de este año y tuvieron que gestionarse las recolocaciones y reclamaciones. ¿Una compensación? Ofrecer una segunda fecha que también ha llenado.

Aunque parece incongruente en quien llena un estadio de fútbol, Dellafuente siempre ha detestado los focos. También lo que hablan sobre él y ser reconocido. En un mundo hiperconectado, a veces, creemos que somos las opiniones de los demás y él rechaza esa idea. Él solo quiere ser normal. Eso lo convierte en alguien hermético, con el aura de quien habla solo cuando toca y no da punzada sin hilo.

Vista general durante el concierto del cantante Dellafuente, en el Estadio Riyadh Air Metropolitano, a 20 de junio de 2025, en Madrid

Viniendo del underground y del hip-hop, él nunca ha querido ser maleante, sino padre de familia. En una época en la que los artistas buscan más ser superestrellas que músicos, escasean personajes como el que ha creado el granadino. Es fácil tener esa imagen de outsider cuando se trata de un artista emergente. No tanto cuando se llena un estadio de un equipo de Champions League. Dellafuente calla para que hablen sus canciones y eso le vale para generar una de las bases de fans más sólida del mundo de la música.

Antes del espectáculo no jugaba el Atlético de Madrid, pero en los aledaños gente venida de todas partes de España vestía camisetas de fútbol, banderas y bufandas. Todas esas equipaciones bajo la idea creativa del Dellafuente Fútbol Club (DLFC). Una hinchada propia que lo apoya casi incondicionalmente y que agota sus productos apenas salen. Y como de si un equipo de fútbol se tratase, es transversal: sus aficionados son de todas las edades, géneros y estilos.

Público con banderas de Dellafuente Fútbol Club

Dellafuente no se entiende sin sus referencias y su conexión con su ciudad, Granada. Una vez dentro del estadio, un elemento resalta sobre el resto: una estrella nazarí de ocho puntas en el centro del campo y una fuente de agua. La estrella está conectada directamente con el túnel de vestuarios y eso le permite que haya más gente en el estadio y que el show se plantee de 360 grados. Dellafuente irá recorriéndolo como un laberinto de lado a lado. En los vértices de la estrella, se sitúan ocho pantallas verticales para visualizar todos los detalles. La afición ya corea su nombre de pila, Chino.

La voz de una generación

Pablo es un chaval tímido, dicen quienes lo tratan. Eso lo hace parecer alguien seco y poco hablador. Pero no lo empequeñece ningún escenario, ni siquiera uno con 65.000 espectadores. Si el concierto era una celebración a sus diez años de carrera, había que empezar recordando. Quiso hacerlo divertido y empezó la intro de Bailaora, un reguetón de 2015 mezclado con trap y música electrónica que empieza con su “Real gipsy for life baby”. Él viene de Armilla (Granada) y no se olvida jamás de sus raíces. Su música es para todo el mundo, pero si tiene un corte, es de clase: sus mayores seguidores están en la gente de los barrios. Ya puesto en escena, salió con outfit con camiseta roja, gorra y gafas de sol, manteniendo esa sensación de anonimato y misticismo a la vez que pone a bailar a todo el allí presente. “Me han intentado destruir de diferentes formas y diferentes momentos pero gracias a tu ustedes estamos en pie”, confiesa a sus fanáticos al poco de empezar.

La estrella nazarí de ocho puntas en el centro del campo y una fuente de agua, en el concierto de Dellafuente

La discografía de Dellafuente oscila entre el folclore de la música popular y la vanguardia. Hay palmas, autotune, guitarras y sintonías sintetizadas o 808s. Él mismo la define “música folclórica atemporal”. El concierto también era la primera defensa en directo de Torii Yama, su último álbum. La segunda canción que tocó fue 13 preguntas. Es una obra más madura, donde reflexiona sobre el amor, la familia, los códigos morales o su propia existencia en un mundo cambiante. En japonés, el título significa “puerta a la montaña” y se identifica con su simbología: una montaña que protege, pero también aísla del resto. Dellafuente es muy discreto con su vida personal y cada vez se deja ver menos en público.

“La pureza no se puede perder nunca. Cuando uno la lleve dentro de verdad, ¿no? Lo único que veo es que la gente no me comprende, ¿no? Como... como yo canto”. Quien habla ahora es Camarón en un sample de Al vacío. El cantaor flamenco es una de las referencias constantes en la música de Dellafuente. A Camarón lo tacharon de comercial cuando comenzó a hacer un flamenco más experimental y a Dellafuente hubo quien lo criticó cuando se alejó del trap y los sonidos más urbanos. Sus letras y estribillos, que juegan con el humos y la hipérboles, son universales: “Te juro que no soy chino, tampoco Dellafuente / Haré to’ lo necesario pa’ que mis niños estén fuertes / Lo mismo me escuchan pijas, que en centros de menores / Le follen a la Rihanna, prefiero a la Pastori”, corea todo el estadio casi al unísono.

Dellafuente durante el concierto que ofrece este jueves en el estadio Metropolitano, en Madrid

Dellafuente tampoco destaca por dar conciertos constantemente. Los últimos, habían sido en algunos festivales en 2023, en el WiZink junto a Morad y en el Palacio de Deportes de Granada, en 2022. Su evolución es cualitativa y cuantitativa; si antes requería de 100 profesionales, entre especialistas tecnológicos, directores artísticos, de escena, de vestuario… Ahora, según su equipo, requiere más de 2.800 trabajadores, entre las que hay 1.300 del propio estadio y 1.500 que trae el artista. El crecimiento es exponencial y él, reivindica lo colectivo: “Gracias por hacer esto posible”.

El concierto continúa con Otra noche en Granada y Romero Santo, donde aparece la gaditana Judeline. La sigue otro clásico; Dile. De nuevo, otro sueño que se empezó a cumplir en 2015 y ahora es más real que nunca: “Nunca en mi vida había pensao' en ser cantante / Queríamos ser tos' narcotraficantes / Me rio de tos' los que se reían de lo que hago / Ahora me da igual que se me acabe el paro”. Sigue con 13/18, de nuevo, esa autorrealización de un chaval que apartaba jeringuillas en los bancos de Andalucía que ahora ha conseguido el éxito, pero siente el veneno de la fama: “To' los días pienso en dejarlo / Pero me calmo luego / Y to los días lo terminamos con cincuenta temas nuevos”. Entre ambas canciones sucede algo nunca antes visto en un concierto en Europa: un géiser de agua suelta un chorro a propulsión de 40 metros que sale por encima del estadio de fútbol.

Si a algo canta Dellafuente es al amor pasional. Lo hace de una forma crítica, pero sobre ese momento de una relación va bien y uno lo da todo por esa persona. Primero, toca Fosforito, para la que sube a Lia Kali al escenario. Con sus 16 bailarines interpreta Romea y Julieto, Sharila y lo sigue uno de sus mayores éxitos. Aquí una gran ausencia: la de C. Tangana en Guerrera. “Te quiero mucho, pucho”, dice aunque no esté el madrileño.

El cantante granadino Dellafuente durante el concierto que ofrece este jueves en el estadio Metropolitano, en Madrid

Al chino también le han roto el corazón y eso lo muestra en Flores y Flores pa’ tu pelo, ambas las defiende en el escenario junto a Pepe y Vizio, también granaínos. Tras ello, realiza el primer descanso y vuelve su versión más rockera. Toca 400 Demonios y Corazón de agua, ambas con banda y acompañadas de ráfagas de fuego que emergen del escenario. Son parte de su proyecto Taifa Yallah, su obra más experimental hasta la fecha, donde va desde el metal hasta el rock.

Tras la distorsión de las guitarras, suena uno de sus arpegios más conocidos, el de Buenos Genes. Al sonido de la guitarra acústica y empezando sentado lo acompaña Rels B, e interpretan una de sus canciones más exitosas, con casi 300 millones de reproducciones en Spotify. Entre medias la lluvia lo hizo hasta más épico. Y tras la viralidad, la bajada a tierra. La sigue Sanuk Sabai Saduak, que viene de un proverbio tailandés que significa “sé feliz, permanece sereno y conténtate con lo que la vida te ofrece”. El mensaje es claro: no te obsesiones con tus metas y valora lo que tienes.

Lo viejo, dos veces bueno

Continúa con canciones nuevas como Malicia junto a Amore con otras más antigua como A lo mejor, Lo quiero ver, Cuéntamelo o K Alegría, en la que sube a Rvfv. Continuó con un solo de piano y Veneno, una canción al cáncer, que el estadio lo acompañó a capela. “Gracias a todos los que estáis. Hace 10 años que estoy aquí y soy una persona totalmente diferente, lo que he hecho yo quiero que sirva de inspiración a otra gente y que sean lo que quieran. Que no se fijen en lo que dicen los demás”, prometió a sus fans.

Fans en el concierto de Dellafuente en Madrid

Aunque C. Tangana o Yung Beef fueron dos de las grandes ausencias de la noche en sus 34 canciones para representar lo que han sido los últimos diez años de su música, pero había uno que no podía faltar. Se trata de Morad, el rapero de L’Hospitalet. Salió para interpretar la más conocida de sus canciones con Dellafuente; Manos rotas.

A esto lo siguió con clásicos suyos como Te amo sin límites, Olvídame o Te como la cara. Lo viejo, por antiguo, no deja de ser bueno. Para clausurar tocó Consentía, una canción que canta sobre un amor algo desbalanceado, sus inseguridades y la búsqueda de mejorar. Se balancea entre ese reconocimiento de los fallos y la promesa de un futuro juntos. Las relaciones normales deben coexisten con imperfecciones y desafíos diarios. Eso es Dellafuente: un artista que ha logrado su éxito peldaño a peldaño, conciente de sus limitaciones y sus desafíos, pero que ha conseguido el sueño a través de la rutina y sin pisar a nadie.

Para finalizar el evento, de nuevo, el géiser de agua salió a chorro del estadio. El concierto, se ha convertido en uno de los más importantes en los últimos 10 años para un artista nacido del hip-hop y de la música underground en España. Y lo ha hecho sin apariciones excesivas o excesivos decoros. Su música ha hablado y el sueño está cumplido.

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